sábado, 14 de febrero de 2009

Crueldad divina

¿Cómo Dios, en su grandeza, permite que pasen tantas cosas malas?

Permite los huracanes, olas gigantescas arrasando las costas asiáticas, hambrunas, batallas campales en su nombre (que cada cual entiende a su manera)… ¡Qué cruel es este Dios! No se sacia con la fe de algunos y el apoyo de otros, encima nos envía enfermedades y nos hace estériles, nos castiga...

Ahora en serio: Pienso que el culpar a un “algo” que no se manifiesta ni como responsable ni como víctima en todas estas acusaciones es sólo un acto de inmadurez. Pienso que no es más que una forma de calmar la incertidumbre de saber de nuestra insignificancia y fragilidad, de suplir ese desconocimiento que aún tenemos sobre algunas leyes naturales o la imposibilidad de dictar nosotros mismos esas leyes, teniendo que someternos a las ya escritas.

Si hay Dios o no, si esas leyes las puso él o no... ni idea, escapa a mis posibilidades esa respuesta. También escapa a mi campo de acción, que es donde puedo hacer algo, donde podría sentirme responsable. El mundo se rige por una serie de leyes físicas y químicas que no entiendo del todo, pero cuyo efecto observo, como si hubiese algún tipo de hilo conductor en algunas cosas que las relacionase. A veces, una intuición es capaz de hallar relaciones que conscientemente no entendemos pero que encajan; tal vez entendamos más de esas leyes de lo que creemos, aunque las justifiquemos con mitos, refranes algo impregnados de magia o superstición.

Lo que pretendo decir es esto: ¿de qué sirve buscar a un culpable para cada cosa que creemos injusta? La idea de justicia es un concepto humano, así que no cabe esperar que fuera de la sociedad humana tenga un sentido. Lo veo un intento inútil de calmar el espíritu cubriéndonos los ojos ante la realidad. Mientras nos abrigamos en esas creencias, no buscamos otra respuesta, esa nos sirve. Como un niño buscando un cuento que calme su imaginación y espante a la legión de monstruos que crea su propia mente; es un parche para la ocasión. Pero esconder la cabeza no hace desaparecer los problemas que ocasiona el orden natural de las cosas.

Dios no es cruel, al menos no por esto. Nosotros sí somos cobardes e inmaduros, culpándole de todo lo que no podemos asumir o controlar.

viernes, 13 de febrero de 2009

Justicia injusta II

«Piden que se anule la absolución del catedrático acusado de acoso al alegar "vínculos con el juez"»

Esta vez, parece que la cosa podría ir bien. Si bien, en este caso, no tengo ni idea de si la acusación es cierta o no, el suceso muestra una vez más la dificultad de moverse en un entramado legal en el que aquellos que deben garantizar la seguridad acaban siendo los primeros en saltarse las normas que se supone dan esa seguridad.

Una vez más, generalizar y decir que el poder judicial está corrupto sería una calumnia, pero, ante la imposibilidad de saber quién dice la verdad y quién miente, y teniendo en cuenta que suele pesar mucho más la palabra de un alto cargo que la de un ciudadano anónimo sin tan "respetable" condición, una no puede evitar pensar que en ese ámbito, si no mucha, sí que hay bastante podredumbre.

Todo esto que aquí expongo no servirá de mucho al resto de la sociedad, pero me sirve a mí como inventario y a quien pueda leerlo e interesarse por ello. ¿Por qué será que ya no nos sorprende, ni nos llevamos las manos a la cabeza?

Viendo las cosas desde otro punto... es mejor un orden malo que el desorden, al menos por ahora (el orden no es del todo malo y permite practicar aquello del "vive y deja vivir"... si no topas antes con alguno de estos sujetos con alto cargo, tiempo y capacidad de obsesión suficiente como para hundirte).

Suerte a todos (no sea que alguno se os cruce).

jueves, 12 de febrero de 2009

Justicia injusta I

Siempre se comete error al generalizar, pero también es más fácil, por sentido común y prevención de males mayores, quedarse con la peor parte de las cosas como recordatorio de qué tan mal puede ir todo y cuán malintencionadas pueden ser otras personas.

Como no hay prueba que sustente una sola palabra, no daré dato alguno que permita localizar el caso, pero seguro que es uno de tantos que se dan a lo largo y ancho de la geografía española (y francesa, y china, y...):


Érase una vez una muchacha guardando una plaza de aparcamiento, con tan mala suerte que un señor trajeado llegó en su cochazo con intención de aparcar, obligando a la muchacha a dejar libre el aparcamiento que guardaba. La muchacha en cuestión tuvo la osadía de recriminar al individuo: "Mucho traje, pero educación, ninguna". No sabía lo que hacía, la insensata. Montó en el coche de su compañero y marchó.


A los días, llega a su casa una denuncia por ocupación de plaza de aparcamiento y por rayar el coche en cuestión por valor de X € (supera los 300 €, así que toca ficha policial).


Acuerdo con abogados por un importe menor para reparar unas rayas que no ha hecho, ante la afirmación de que el individuo trajeado iba con su suegro (que no estaba), que fue testigo de todo (mentira).


¡Ale!, a ver a quién creen en el cuartelillo: al colega, o a una desconocida que afirma ser inocente.