viernes, 23 de octubre de 2009

Justicia injusta III

Nuevo caso de justicia que no es justa. Ésta vez es el principio de inocencia el que se resiente, ya que ante una acusación realista, la única opción que tiene un inocente es esperar a que sus señorías y demás implicados en el proceso que le lleva a prisión preventiva decidan volver de sus vacaciones y ponerse en serio de una vez con su trabajo. Tras eso, que decidan leer ese papelito donde pone que buena parte de las cosas que pone la acusación no son ciertas(sí, ha papeles que así lo demuestran, pero se ve que eso de leer lo hacen despacio por los juzgados).
Tras ello, te pondrán una fianza que no podrás pagar, y luego todavía te dirán si finalmente consigues que lean lo suficiente para retirar los cargos, que se siente y que vuelva usted a su vida normal, después de abandonar sus pagos y trabajos, sus ingresos, su vida, todo, sin previo aviso, con todo en el aire. Para cuando vuelves estás en la lista de morosos, no tienes trabajo, la gente te mira raro y a ver de dónde pillas trabajo nuevo.

Vuelva usted a su vida normal, y todavía tiene usted una multa de tanto a la que descontaremos los días que le tuvimos en prisión por error y por sí era usted culpable de todo y mucho más. Ni todo el oro del mundo paga la privación de libertad, el caos en que se convierte tu vida y los daños psicológicos que toda persona inocente puede tener en privación de libertad y viviendo en un ambiente plagado de delincuentes, que sí, también los hay en las cárceles. Entras siendo una señora y cuando sales... quién sabe lo que quedará de ti.

¿Por qué odio las mates?

Cuando tenía 6 años eran fáciles; sólo sumar y restar. Todavía usaba un poco los dedos, pero me gustaban. Empezaba a saber contar cada vez hasta mayores números. Hasta me gustaba llenar mi libreta de series hasta alcanzar las 3 cifras. Sabía contar hasta 100, hasta 1000, y podía dar nombre a las cifras.

Cuando pasé a segundo de EGB empezaron las tablas de multiplicar y las técnicas para aprenderlas. Todo valía: música, caramelos como premio quien la recitase de memoria el mismo día que nos la daban... Pero con eso también llegaron las rondas de preguntas. A veces tablas completas, otras salteadas de una y otra. Hasta nos cambiaban de clase y nos unían con el otro grupo. Ahí empezó mi miedo hacia las matemáticas. Fallar era inconcebible... no había castigo, pero el equivocarse delante del resto ya era el fin del mundo para mí en ese momento, o no saber qué contestar... aún peor. Me escondía donde podía, trataba de ser invisible a los ojos de los profesores que preguntaban, con su fuerte voz. Matemáticas se convirtió para mí en una pesadilla. De tener un sobresaliente pasé a los sufis... y así seguí durante mucho tiempo. Cuando nos enseñaron a dividir me hice un lío con las 2 cifras, cuando más o menos algo controlaba llegaron las fracciones y sus propiedades (estaba en 5º de EGB). Nunca me atrevía preguntar si para dividir fracciones se multiplicaba cruzado o se dividía en línea. Alternaba y de vez en cuando acertaba. Recuerdo que había truquitos para saber si se hacían las cosas bien que nunca me llegaban con claridad y que no preguntaba. Se me hacía más complicado comprobar si estaba bien que sumar y multiplicar cantidades desorbitadas con riesgo a equivocarme con la que se lleva y a veces olvidaba sumar o sumaba de más.

Ya era oficial. Yo era tonta. No valía para eso. Mi memoria me salvaba en otras asignaturas a pesar de lo que me costaba mantener la atención a veces. Llegó el algebra y las ecuaciones... no se me daba del todo mal, pero las fórmulas desaparecían de mi cabeza de un año a otro y se suponía que yo ya sabía hacer las cosas que había olvidado... Otra vez a la carrera y siempre justita. Aparecieron números aún más raros, y problemas más comlicados. Siempre tardaba mucho en resolverlos. Tenía demasiadas lagunas. Al llegar a 3º de ESO (cambiaron el sistema edicativo), por primera vez tras mucho tiempo, logré sacar un notable sin ayuda de nadie, yo solita ¿Qué pasó? Nos estaban introduciendo los distintos tipos de números por su nombre, con sus simbolitos correspondientes y con repaso a cada una de las propiedades de cada número. Eso supuso repasar desde los números más básicos, los naturales, hasta entrar en los reales. Estaban empezando de cero, aunque a mayor velocidad, porque se suponía que ya sabíamos manejarnos con buena parte de ellos. Sólo estaban clasificando formalmente para entrar en unas matemáticas más abstractas.

Conclusión: Puedo aprender matemáticas por la vía rápida y entenderlas, a pesar de que las fórmulas y métodos me bailen, pero no soy capaz de seguir desde donde me quedé en el curso anterior. No utilizo la lógica para ellas, sino la memoria, y por eso las olvido.

Tras fracasos varios en bachiller y llegar a llorar ante la autoridad de algunos de mis profesores de matemáticas por la misma razón por la que me escondía bajo la mesa cuando tocaba ronda de tablas, humillación pública, conseguí aprobar las mates de segundo de bachiller(primero fue una especie de continuación de la rutina del colegio, donde con ir a clase se podía aprobar, más o menos). A pesar de eso, estaba aún algo lejos de saber cómo usar las matemáticas de forma lógica, porque hay una cierta belleza en ellas, en tanta exactitud, en los juegos de igualdades(sí, el algebra es mi parte favorita, aunque no se me dé del todo bien ninguna).

Necesité ir a una academia para superar segundo y selectividad. Me animó el ver que mis continuos suspensos en bachiller y el sufi de última hora en convocatoria de gracia se traducía en un 7 en selectividad a pesar de dejar algunas partes sin hacer. Sí, estaba aprendiendo a pensar de forma abstracta por fin, a pesar de que en la academia procuraban más fijar en mi memoria como salir del paso, las integrales requería de cierta visión y creatividad, de ver algo más allá de lo que la memoria puede retener, al igual que las gráficas. Tampoco me negaban respuesta cuando por fin tenía preguntas de esas que sólo aparecen cuando se está realmente implicada. Dejaron de ser memoria, pero todavía olvidaba en los veranos... especialmente tras tener uno totalmente ocioso tras la selectividad aprobada en junio.

En la universidad... la cosa cambia un poco. No tengo ya la sensación de empezar de cero... mi memoria es algo más elástica y consigue retener más, al haber otras partes implicadas. A veces llego a ver lógica matemática o paralelismos en situaciones normales que nada tienen que ver con ellas. A pesar de eso, me temo que todavía funciono por memoria en muchos aspectos, especialmente los nuevos, los que nunca antes había visto. Se me escapan cosas que me parece estar casi entendiendo de forma inconsciente, que me parecen lógicas, pero que no soy capaz de inventar por mí misma ante un papel en blanco. Al menos entiendo lo que pasa en las operaciones, que no es poco, pero me sigue faltando creatividad... y es que nunca había vinculado ésta a las matemáticas, pero la hay... hay muchos caminos... algunas veces es indiferente cuál seguir, si lleva a la misma solución. Otras, un camino es mejor que otro, y es cuestión de memoria recordar cuál... o de encontrarle la lógica.

Creo que he encontrado mi problema: Lógica. No es que no la tenga, es que tengo demasiada, y si algo no encaja a la perfección en ella, sin cabos sueltos, sin nada que me pueda hacer dudar, fallo. Y otro gran problema es el miedo. Tanto es así, que si no sé seguro las razones o el camino para algo, dudo de tal forma que no soy capaz de improvisar uno. Espero tener una pauta lógica que aplicar. Si no la hay... dejo de ser lógica. Las piezas no encajan.

Una historia de amor odio con una de las asignaturas que peor fama tiene en los colegios.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Feudalismo tuneado

Es algo irónico poner este nombre a un blog y hablar justo de lo contrario, pero no lo haría si las cosas fuesen justas, si todos jugásemos con las mismas reglas.

Están saliendo a la luz tramas de corrupción en gobiernos de todo el mundo. Al pensar en ello me ha venido un flash de los tiempos feudales, en los que una serie de individuos, señores feudales, cobraban a los que vivían en sus tierras un impuesto o porcentaje de lo que sus vasallos producían.

Se supone que el antiguo régimen fue sustituido por la sociedad de clases, en la que el estatus y forma de vida lo daba el dinero... bien... quizás no se ha llegado a perder tanto como se cree lo que entonces se daba.

Un gobierno, sea de izquierdas, derechas, de centro, dividido en regiones, estados, comunidades autónomas... se hace cargo de su territorio y recauda dinero para procurar corregir los fallos del mercado. También puede lograrse mejores metas al trabajar para un grupo amplio que para grupos reducidos y tiene mayor poder de negociación que un individuo en solitario.

La realidad es, viso lo visto, que en vez de funcionar así, una serie de aristócratas, los nuevos nobles, se dedica a cobrar el impuesto al rango de población que alcancen amparados por leyes y desde la organización actual de poderes de la sociedad para vivir de ello, como hacían entonces los nobles. Compran lo que les viene en gana, usan la recaudación para sus propios fines y se tapan unos a otros para no quedarse con el culo al aire.

Un profesor me preguntó una vez qué pensaba de la política... mi respuesta fue bastante pesimista. Le dije que no creía en nadie. Le dije que sabía que todos tenían el mismo interés. No les basta con tener un sueldo fijo durante al menos 4 años, un buen sueldo en muchos casos. Además de eso necesitan más, cuando hay quien se conforma con un techo y algo que comer.

Estamos aún en la época feudal, sólo que ahora los nobles utilizan otros cargos, en lugar de los de caballero, conde, duque... ahora son presidentes de..., alcaldes de.., delegados de gobierno, oposición, partidos varios. Pocos se libran.

Entre todo esto, hay quien lo hace bien, sí, pero está nadando en aguas residuales y acaba perdido, como los demás, que están dispuestos a pisarle para seguir chupando del bote.

¡Esto es Jauja!

sábado, 21 de marzo de 2009

País de pícaros

Desde pequeña siempre tuve la sensación de no encajar... durante toda mi vida he estado al margen de los grupos más populares, en el colegio, en el instituto... Los grupos populares... fumaban, iban de marcha, se ponían ciegos hasta la nausea.

Hace poco vi el documental "Superdotados, al este de la campana de Gauss" en la que el comentario de un científico que salió de España tras pasar una difícil infancia me llamó la atención.

El hombre se quejaba de que en España está bien visto ser pillo, pero no ser inteligente. Se quejaban, en general, de que no se acoge ni se atiende bien a las mentes "privilegiadas".

Eso me hizo pensar... Si yo, con una inteligencia bastante mediocre, ya me sentía tan fuera de onda al no disfrutar destruyendo cosas, fumando o bebiendo, haciendo locuras sin sentido, bailando al son de una música mostrando una expresividad que a veces se me hacía falsa y exagerada... si mi cabeza no maquinaba con esa picardía que siempre me han reprochado que no tenga... Si cada daño y rechazo de mis compañeros se me grabó a fuego... hasta el punto que consigo vencer racionalmente aquellas emociones, pero sin lograr arrancar las raíces de mi subconsciente, que sigue recreando el bochorno de distintas escenas en las que me avergoncé de ser como era.. en las que deseé huir a ese mundo de adultos comprensivos(no todos lo eran... algunos eran más de imponer su autoridad sin explicar nada) que explicaban siempre el por qué de lo que pasaba a mi alrededor...

Teniendo en cuenta todo eso y el impacto que sobre mi tuvo... me pregunto por cuánto se multiplicaría la angustia de uno de estos compañeros, cuya sensibilidad y percepción, cuya mente, captaba cosas que yo no alcanzaba a percibir. Me pregunto cuanto daño recibiría... o si tal vez lograría darle la vuelta a la situación.

La niña que aparece en el documental... recibió una paliza de sus compañeros... otra joven se sentía la "mama pato" de su curso... misma sensación que tenía yo al ver volar trozos de goma, aviones y o papelitos tirados a través de canutillo(el tubo de los bolígrafos)... con 17 años, seguían volando las tizas, seguían siendo niños traviesos, y mi seriedad era interpretada como algo negativo...

Me trajo muchos recuerdos el documental... y concuerda con lo que aún pienso del la sociedad y el sistema educativo Español. Ahora no lo veo con el odio de antes... por el contrario, me ilusiono pensando que una sola persona puede poner su grano de arena para superar la situación que vivimos. Tal vez es la sociedad volcada en el marketing, los padres ocupados, la ansiedad de los niños, la incapacidad para asumir la frustración a edades conflictivas porque no se aprendió a encajar un NO de niños, cuando estaban aprendiendo... no sé por qué molan los repetidores y payasillos de clase, las bromas de mal gusto, el humor escatológico...

Lo único que me queda es seguir analizando y buscando salidas, encontrar la forma de implicarme, saliendo de mi isla, de mi cabeza. Creo que por eso empecé a escribir este blog. Demasiada efervescencia e ideas que nace en mi mente y a veces mueren sin más, sin realizarse en nada, sólo siendo olvidadas o descartadas, consciente de mi insignificancia. Las buenas intenciones no son suficiente... Ojalá tuviese más respuestas, y más medios para hacer efectivos algunos cambios que pueden ser positivos. Por desgracia, perdí la fe en el Estado Español hace bastante tiempo.

No me rindo.

sábado, 14 de febrero de 2009

Crueldad divina

¿Cómo Dios, en su grandeza, permite que pasen tantas cosas malas?

Permite los huracanes, olas gigantescas arrasando las costas asiáticas, hambrunas, batallas campales en su nombre (que cada cual entiende a su manera)… ¡Qué cruel es este Dios! No se sacia con la fe de algunos y el apoyo de otros, encima nos envía enfermedades y nos hace estériles, nos castiga...

Ahora en serio: Pienso que el culpar a un “algo” que no se manifiesta ni como responsable ni como víctima en todas estas acusaciones es sólo un acto de inmadurez. Pienso que no es más que una forma de calmar la incertidumbre de saber de nuestra insignificancia y fragilidad, de suplir ese desconocimiento que aún tenemos sobre algunas leyes naturales o la imposibilidad de dictar nosotros mismos esas leyes, teniendo que someternos a las ya escritas.

Si hay Dios o no, si esas leyes las puso él o no... ni idea, escapa a mis posibilidades esa respuesta. También escapa a mi campo de acción, que es donde puedo hacer algo, donde podría sentirme responsable. El mundo se rige por una serie de leyes físicas y químicas que no entiendo del todo, pero cuyo efecto observo, como si hubiese algún tipo de hilo conductor en algunas cosas que las relacionase. A veces, una intuición es capaz de hallar relaciones que conscientemente no entendemos pero que encajan; tal vez entendamos más de esas leyes de lo que creemos, aunque las justifiquemos con mitos, refranes algo impregnados de magia o superstición.

Lo que pretendo decir es esto: ¿de qué sirve buscar a un culpable para cada cosa que creemos injusta? La idea de justicia es un concepto humano, así que no cabe esperar que fuera de la sociedad humana tenga un sentido. Lo veo un intento inútil de calmar el espíritu cubriéndonos los ojos ante la realidad. Mientras nos abrigamos en esas creencias, no buscamos otra respuesta, esa nos sirve. Como un niño buscando un cuento que calme su imaginación y espante a la legión de monstruos que crea su propia mente; es un parche para la ocasión. Pero esconder la cabeza no hace desaparecer los problemas que ocasiona el orden natural de las cosas.

Dios no es cruel, al menos no por esto. Nosotros sí somos cobardes e inmaduros, culpándole de todo lo que no podemos asumir o controlar.

viernes, 13 de febrero de 2009

Justicia injusta II

«Piden que se anule la absolución del catedrático acusado de acoso al alegar "vínculos con el juez"»

Esta vez, parece que la cosa podría ir bien. Si bien, en este caso, no tengo ni idea de si la acusación es cierta o no, el suceso muestra una vez más la dificultad de moverse en un entramado legal en el que aquellos que deben garantizar la seguridad acaban siendo los primeros en saltarse las normas que se supone dan esa seguridad.

Una vez más, generalizar y decir que el poder judicial está corrupto sería una calumnia, pero, ante la imposibilidad de saber quién dice la verdad y quién miente, y teniendo en cuenta que suele pesar mucho más la palabra de un alto cargo que la de un ciudadano anónimo sin tan "respetable" condición, una no puede evitar pensar que en ese ámbito, si no mucha, sí que hay bastante podredumbre.

Todo esto que aquí expongo no servirá de mucho al resto de la sociedad, pero me sirve a mí como inventario y a quien pueda leerlo e interesarse por ello. ¿Por qué será que ya no nos sorprende, ni nos llevamos las manos a la cabeza?

Viendo las cosas desde otro punto... es mejor un orden malo que el desorden, al menos por ahora (el orden no es del todo malo y permite practicar aquello del "vive y deja vivir"... si no topas antes con alguno de estos sujetos con alto cargo, tiempo y capacidad de obsesión suficiente como para hundirte).

Suerte a todos (no sea que alguno se os cruce).

jueves, 12 de febrero de 2009

Justicia injusta I

Siempre se comete error al generalizar, pero también es más fácil, por sentido común y prevención de males mayores, quedarse con la peor parte de las cosas como recordatorio de qué tan mal puede ir todo y cuán malintencionadas pueden ser otras personas.

Como no hay prueba que sustente una sola palabra, no daré dato alguno que permita localizar el caso, pero seguro que es uno de tantos que se dan a lo largo y ancho de la geografía española (y francesa, y china, y...):


Érase una vez una muchacha guardando una plaza de aparcamiento, con tan mala suerte que un señor trajeado llegó en su cochazo con intención de aparcar, obligando a la muchacha a dejar libre el aparcamiento que guardaba. La muchacha en cuestión tuvo la osadía de recriminar al individuo: "Mucho traje, pero educación, ninguna". No sabía lo que hacía, la insensata. Montó en el coche de su compañero y marchó.


A los días, llega a su casa una denuncia por ocupación de plaza de aparcamiento y por rayar el coche en cuestión por valor de X € (supera los 300 €, así que toca ficha policial).


Acuerdo con abogados por un importe menor para reparar unas rayas que no ha hecho, ante la afirmación de que el individuo trajeado iba con su suegro (que no estaba), que fue testigo de todo (mentira).


¡Ale!, a ver a quién creen en el cuartelillo: al colega, o a una desconocida que afirma ser inocente.